Jessica es una nadadora fanática y su abuelo, su más grande admirador. Pero súbitamente, el anciano cae enfermo y, aunque los doctores le recomiendan guardar reposo, se niega a permanecer en el hospital. Está decidido a concluir su pintura del chico del río aunque sea lo último que haga. Jessica no comprende bien este empecinamiento, pero pronto ella también se ve atrapada por la enigmática pintura. Es entonces cuando conoce al chico del río en persona y comprende que existe un desafío que debe completar antes que sea demasiado tarde.